África y América Latina – Desafíos y relatos: por ANTONIO YELPI
América Latina y África claramente son continentes hermanos, formaron parte de un todo en el periodo triásico, pero se separaron al iniciarse la deriva de los continentes hasta su actual posicionamiento geográfico, hechos ocurridos claro, hace millones de años. No es casualidad el color rojizo de las tierras de Brasil y el color de la tierra en África Subsahariana, y tampoco, las formas que calzan como un gran rompecabezas.
Fue así como este distanciamiento eminentemente geográfico perduraría hasta que ambos continentes fueran reclamados por los intereses coloniales, y luego conectados a través del tráfico de esclavos, primero hacia el mar caribe y luego al resto de América. Claramente, el desarrollo y la instauración de un régimen esclavizante de carácter ignominioso que diera lugar a un comercio voluminoso de personas, amparado sobre la base del tráfico de esclavos que se inició en el siglo XVI es un asunto a tener en cuenta. Mismo, qué sentó las bases de la diáspora en las Américas, y una población que estudios internacionales sitúan hoy en los 150 millones de personas, autoreconocidas y con raíces africanas. Ancladas en comunidades dispersas por los diversos territorios de América Latina y el Caribe.
Este año 2023 se conmemora el noveno y último año del llamado Decenio Mundial Afrodescendiente decretado por la ONU, declaración que invita a la generación de políticas afirmativas inspiradas en acciones reconocimiento, justicia y desarrollo, asunto que trajo oportunidades de reencuentro de culturas y apertura de acciones concretas de cooperación tanto en África como en la región.
Fue en los últimos tres decenios del siglo XX y producto de los llamados a la cooperación que se producen diversos acercamientos entre los países de América Latina y África, ello, de forma más institucional. Particularmente, bajo de denominación de relaciones Sur-Sur, impulsadas desde mediados de los años 60, 70 y parte de los 80. Muchas de ellas, coincidentes con los procesos de independencia y consolidación territorial de los países del continente africano. Asunto que nos lleva a realizar algunas precisiones respecto a esta noción.
Durante los años de la Guerra Fría, por ejemplo, la llamada cooperación internacional fue usada como gancho político y estratégico y como instrumento de sensibilización ideológica. Y es importante señalar que, durante estos años, los indicadores de cooperación fueron marcados por la llamada cooperación en función de “intereses ideológicos”. Un ejemplo de esta definición es la participación cubana en Angola y Mozambique durante muchos años de turbulencias revolucionarias.
Claramente, la cooperación internacional es útil y necesaria; y particularmente la llamada “Cooperación Sur-Sur”. Definida en función del diálogo de civilizaciones y la armonización de estrategias de desarrollo al margen de los tradicionales poderes globales; Aquí surgirá la idea de promover acciones de cooperación entre los países del sur con un claro sentido de solidaridad. Evidentemente, esta se fue constituyendo en una respuesta y una alternativa a la llamada “relación asimétrica” entre las naciones desarrolladas del Norte y aquellas del Sur en proceso de emergencia al desarrollo.
Y es tal la observancia del concepto de Cooperación Sur-Sur que sus pilares hoy son muy elásticos. En esta óptica la relación entre África y América Latina es hoy muy importante, a fin de asegurar estrategias, puentes y cooperación en materias de tecnología, producción, educación, innovación y empresa, por citar algunos ejes.
Las presentes acciones y desafíos de esta cooperación van también de la mano de generar las confianzas y transferencias de experiencias en materia de políticas públicas, apoyos en materia de inversión y atracción de la misma, la financiación de obras infraestructuras, cooperación técnica especializada, y la necesaria formación de cuerpos gubernamentales y administrativos de calidad.
Y también sobre los temas de sostenibilidad, alimentos, minería responsable y un largo etc. Claramente, el presente mundo post pandemia nos invita a la generación de políticas de cooperación y colaboración entre los continentes y dar impulso en pos de resultados. Hoy sabemos que en el sistema internacional producto de la guerra en Ucrania y la todavía compleja situación de Siria que dado origen a una fatiga de los donantes. Asuntos que también afectan a África y América Latina. En este contexto, es muy importante señalar el impulso de las estrategias de inserción internacional y cooperación Sur-Sur; ancladas en la ventana de oportunidades de nuestras circunstancias.
Es claro que un nuevo modelo de cooperación es necesario para dar un nuevo trato a los problemas de la nueva modernidad, y es evidente, qué la cooperación Sur-Sur entre África y América Latina asomará como una alternativa importante y realista a dicho respecto, y ello, claramente en función del desarrollo, el comercio y la cooperación.
No debemos olvidar, que el concepto “Sur” desborda las categorías geográficas y por definición se ancla en una concepción de orden político y económico. Pues nuestros países del Sur son países bajo una definición común: “países en vías de desarrollo”. Y como señalan algunos autores de los años 70, países eminentemente periféricos que comparten grandes desafíos estructurales y situaciones de vulnerabilidad.
Si miramos, por ejemplo, las experiencias del unilateralismo y el proteccionismo de Estados Unidos bajo la administración del presidente Donald Trump, la creciente dependencia de China como socio económico y competidor, los pasados problemas con el suministro de equipos médicos durante la pandemia y su crisis derivada y, más recientemente, la invasión de Rusia a Ucrania, vemos como los países han reforzado la búsqueda de alternativas y estrategias. Y en este mirar claramente la cooperación África – América Latina y Caribe adquiere valor e importancia.
El presente mapeo del andamiaje político de acuerdos bilaterales entre los países de ALC y de África refleja a primera vista al menos varios esfuerzos institucionales. Una sumatoria de agendas bilaterales de países inspirada en temas de cooperación para el desarrollo, crecimiento económico, reducción de la pobreza, protección del medio ambiente, cultura y educación, eficiencia energética y utilización de energías renovables, entre otros, así también acciones más concertadas de carácter multilaterales como los encuentros entre Organización de Estados Americanos y la Unión Africana, misiones de Parlacen, Sica y otros organismos por Marruecos, Sudáfrica, Angola y otros. Ello, además de las marcadas coincidencias en materias de sostenibilidad, innovación, tecnología y gobernanza en importantes en foros regionales y multilaterales.
Tanto, África como América Latina son poseedores de una gran riqueza en recursos naturales y el comercio de productos básicos desempeña un papel importante en sus relaciones bilaterales, y también una oportunidad para ambos continentes. No olvidemos, que el África negra o subsahariana es la que posee una importante conexión con América y el Caribe, una macro región del continente negro que representó con diferentes matices, una conexión estrecha con nuestra región producto del comercio de esclavos, y cuyos descendientes consolidan una comunidad de 150 millones de ciudadanos. La mayoría de las cuales está concentrada en Brasil, Venezuela, Colombia, Cuba, México, Ecuador, Perú, Panamá, Honduras y Nicaragua, según los datos de “Afrodescendientes en Latinoamérica, hacia un marco de inclusión”.
De África, no olvidemos también emergieron grandes civilizaciones como la yoruba, la bantú, la dahomeyana, sudanesa y congolesa y es justamente en el África Subsahariana en donde se da el primer lazo que une a África con América. En 2018 un estudio del Banco Mundial indicó que una de cada cuatro personas en América Latina se identifica como afrodescendiente, sentando las bases de una relación que se debe consolidar y diversificar.
En este andar es importante señalar que el Reino de Marruecos es por hoy un importante actor en la conducción de relaciones África y América Latina, en efecto, Marruecos comenzó a desarrollar en los últimos años un decidido proceso de aproximación con América Latina y el Caribe, desarrollando a una escala creciente con algunos países latinoamericanos la consolidación de relaciones de carácter político y económico de vital importancia, y detectándose interesantes fenómenos de cooperación y oportunidades en diversos planos.
Marruecos ha diversificado su oferta diplomática por la región con el objetivo mejorar su posición relativa en el escenario internacional, y con ello superar las limitaciones que le imponen sus entornos regionales inmediatos. Esta aproximación hacia Latinoamérica que el Reino de Marruecos consagra, ha de sustentarse en una mirada y un relato de tipo culturalista, mismo que exalta las afinidades dadas por la herencia histórica y cultural común; donde el patrimonio histórico y cultural andalusí es de carácter fundamental. Aportando una doble lectura de cooperación hacia el mundo africano y también con proyecciones hacia el árabe pasando por Rabat.
Por su parte, son varios los países de América Latina que han puesto en marcha políticas específicas hacia el continente africano, en particular en los casos más asentados son Brasil y Venezuela. También otros estados latinoamericanos como Chile y México, han apostado por un interés progresivo por África. Recientemente, Colombia auspicio una importante política de acercamiento con países africanos, direccionada por su vicepresidenta, Francia Márquez, la primera vicepresidenta afrocolombiana en la historia del país quien conduce la llamada “Estrategia África”, incluida en el Plan Nacional de Desarrollo y que busca proyectarse hasta el año 2026 con el objetivo de estrechar lazos diplomáticos, culturales, turísticos, comerciales y educativos con este continente.
Claramente, el desarrollo de las relaciones africanolatinoamericanas son hoy de carácter importante, pero también debemos reconocer que han sido y son aisladas e incipientes; Son acciones potenciales que empresarios, gobiernos y universidades deben reimpulsar, pues es un hecho cierto que las relaciones entre los Estados de ambos continentes han sido con mucha intermitencia, misma que puede explicarse por los propios vaivenes de las situaciones internas de los países a ambos lados del Atlántico, por las condiciones regionales, así como por los condicionantes sistémicos de las relaciones internacionales.
Este 5 de junio Santiago Cafiero, Canciller de Argentina, presidió en el Auditorio Manuel Belgrano el acto oficial de celebración por el Día del África, acompañado por el embajador del Reino de Marruecos, Fares Yassir, decano del grupo de representantes diplomáticos de los países africanos, presentes también en la ceremonia, destacándose la creación, en 1963, de la Organización para la Unidad Africana, predecesora de la actual Unión Africana, en la ciudad de Addis Abeba, Etiopía, en el albor de las independencias de muchos países del continente, explicando que para Argentina la agenda con África está en desarrollo y que es muy importante como proyección de mercados y cooperación.
Por último, es mérito señalar que la CELAC y la Unión Africana, han iniciado vínculos y consultas con el objetivo de continuar profundizando la cooperación estratégica en transferencia de tecnología, innovación y biotecnología. Por su parte, desde el Mercosur, con Brasil se trabaja en relanzar las Cumbres entre América del Sur y África (ASA). Y que la menos 7 cancillería de ALC tienen una dirección África en su planificación estratégica a corto plazo. Y humildemente, la Fundación Global África Latina que presido ha realizado ya tres importantes encuentros entre Universidades de África y América Latina, el primero en Cotonu, Benín, de la cual fue copatrocinador, un segundo en Ciudad de México y un tercero en la ciudad Morelia, Michoacán, respectivamente. Aportando con estas acciones un granito de arena a esta lógica de cooperación entre ambos continentes.
POR: ANTONIO YELPI AGUILAR
PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN GLOBAL AFRICA LATINA
CONSULTOR INTERNACIONAL Y DOCENTE
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