Un día como hoy el virrey Amat inaugura la primera plaza de toros de América
Tal día como hoy del año 1766, hace 252 años, Manuel d'Amat i Junyent, virrey hispánico del Perú, inauguraba la plaza de toros de Acho, en Lima, que se convertía en el primer coso estable del continente americano. La promoción y construcción de la plaza de toros de Lima obedecía a la estrategia colonialista de crear un coliseo estable para desarrollar el gran espectáculo de masas de la época: las corridas de toros. El año 1766 Lima, con más de 60.000 habitantes, era la ciudad más poblada del continente sudamericano. València, Barcelona, Sevilla y Madrid —las cuatro ciudades más pobladas de la Península y por este orden— alcanzaban los 100.000 habitantes. Y además, Lima era la capital colonial del virreinato del Perú que, en aquellos días, abarcaba los territorios de los actuales estados de Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Argentina, Uruguay y parte de Ecuador.
El virrey Amat, nacido en Vacarisses (Vallès Occidental) en 1704 en una familia de oligarcas del partido borbónico, pasaría a la historia como el gran urbanista de Lima. Bajo su gobierno mejoró notablemente el rendimiento de las minas de plata de Potosí, optimizando la extracción y el transporte de los materiales y persiguiendo implacablemente las redes de corrupción instaladas en la administración colonial. También destinó una gran cantidad de recursos públicos en la reconstrucción de Lima y de su puerto (El Callao), que habían sido asolados por el terremoto y el tsunami de 1746. Y con sus recursos personales financió la construcción de la Alameda de los Descalzos, inspirada en los grandes parques de las capitales europeas de la época, del Paseo de Aguas, en el interior de la Alameda, y la mencionada plaza de toros de Acho, inspirada en los grandes cosos andaluces.
El virrey Amat también sería un personaje célebre a causa de sus asuntos domésticos. Tuvo una relación conyugal, sin casarse, con la actriz de teatro criolla Micaela Villegas y Hurtado de Mendoza; un hecho que provocó un gran escándalo en la conservadora y clasista sociedad colonial de la época. Amado, un personaje irascible y misógino que cercano a la sesentena, presentaba por todas partes a la adolescente y pasional Micaela como su esposa. Pero las discusiones en público de la pareja, muy subidas de tono, se convirtieron en el principal instrumento de ataque de sus enemigos políticos. Se decía que cuando Amat se enfadaba, que era a menudo, lo llamaba "perricholi". Amat, aunque era oficial del ejército hispánico, prácticamente no sabía hablar castellano y sus enemigos afirmaban que lo que quería decir era "perra chola", un insulto recurrente en la cultura criolla hispánica.