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El pago a la Pachamama, una costumbre ancestral


Una costumbre ancestral se mantiene en diversas zonas del Perú: el pago a la tierra. Esta práctica se trata de un acto de reciprocidad en el que las comunidades campesinas devuelven simbólicamente a la tierra todo lo que han sacado de ella con una ofrenda.

El pago suele realizarse en el mes de agosto porque las personas que trabajan la tierra dicen que esta es la época en la que está con sed y hambre. Por ello, no da muchos frutos y se vuelve necesario honrarla y nutrirla con los mejores regalos envueltos en el despacho como hojas de coca, alfombras de flores, maíz, metales preciosos, tejidos, cañazo, tabaco negro, dulces, conchas de mar o huayruros.

Para realizar un pago a la Pachamama, o a un Apu, es necesaria la dirección de un especialista de la espiritualidad andina, que tenga experiencia y sepa cómo invocar a los espíritus de la madre Tierra y los Apus a través de cantos y rezos.

Estos especialistas tienen tres niveles que varían según su experiencia y conocimiento.

Los Pamapamisayoq deben saber cómo hacer la ofrenda, cómo colocar la manta ceremonial, el papel en donde se envuelve la ofrenda, también llamado despacho, y escoger y ordenar las tres hojas de coca para el k‘intus. Los Altomisayoq tienen un rango considerado sacerdotal gracias a su capacidad de comunicarse con seres espirituales, hacer adivinaciones y entrenar a próximos sacerdotes. Para llegar a este nivel deben pasar por un entrenamiento llamado Karpay, en el que se consagran a un Apu. Finalmente están los Kuraq Akulleq, que tienen la capacidad de comunicarse con espíritus más elevados.

un así, el pago no es exclusivo del mes de agosto, pues también se practica para pedir por la prosperidad del futuro espiritual y el camino de las personas que atraviesan los Apus. En la sierra, al cruzar o recorrer nevados en Huaraz o Huancayo, es común hacer algún tipo de pago para pedirle a los Apus protección durante el camino.

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