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Afganistán abandonado a su suerte?




nuevamente el Talibán entra a Kabul

Estos últimos días voceros del Talibán informaron que este grupo armado ya controla varios distritos de la capital de Afganistán, Kabul, y que pronto van a declarar el Emirato Islámico de Afganistán, ciertamente una acción que pone nuevamente al país en manos de los radicalismos islámicos y del terrorismo, en tanto, cientos de miles de personas corren por sus vidas a países vecinos huyendo de un relato que ya conocieron, los talibanes están solo a horas de retomar el control del país, casi 20 años después de perder su poder político y militar tras una compleja invasión liderada por EE.UU.


Tras tomar posiciones estratégicas en casi la totalidad del país, las milicias talibanes han ordenado a sus combatientes que se abstengan de protagonizar incidentes con la población, y que permitan el paso seguro a cualquiera que quiera irse de la capital, una situación que más parece un acto de propaganda que una realidad objetiva, en paralelo las milicias negocian con representantes del actual gobierno una suerte transición del poder, “lo que ellos llaman un trato justo en nombre de Alá”.


En este escenario varias informaciones internacionales que citan a funcionarios afganos de alto nivel, afirman que el presidente Ashraf Ghani, ya abandono el país junto con el vicepresidente Amrullah Saleh, sin que se conozca su destino, que ciertamente será un país de occidente.


Es claro que Ghani desde su llegada al poder se ha visto sometido a una alta presión política, tanto interna como externa, las fuerzas gubernamentales no ha podido defender ni la capital, ni las principales ciudades del país, la embestida talibán parece no solo bien organizada sino también bien armada y conducida con gran estrategia; muchos informes apuntan a que los militantes encontraron incluso poca resistencia en su avance hacia la capital, camino en el que fue clave la caída de la ciudad oriental de Jalalabad y ahora los conducen en las afueras de Kabul.


Observadores de la ONU piden a los países vecinos de Afganistán que mantengan sus fronteras abiertas a medida que aumenta el número de civiles que se desplazan en el territorio huyendo del talibán,

Es así como Veinte años después de que la invasión de Estados Unidos echara del poder a los talibanes, Afganistán vuelve a estar a merced de la milicia fundamentalista y de carácter mesiánico. Los insurgentes han rodeado este Kabul desde todos los frentes antes de entrar finalmente en la ciudad, tras una ofensiva relámpago en la que ha conquistado en dos semanas el 90% del territorio del país centroasiático.


Fuentes diplomáticas y medios locales apuntan a que Ali Ahmad Jalali, un antiguo ministro de Interior y académico que se formó en EE UU, podría encabezar un Ejecutivo interino de transición, aunque no está confirmado si los talibanes estarían de acuerdo, tampoco esta claro el rol de occidente y el desborde fronterizo de miles y miles en Pakistán, es claro que esto representa un giro que hecha a la basura la intervención norteamericana y los avances en materia de derechos civiles del gobierno de Ghani, hoy evaporados, recordemos que en su anterior mandato los talibanes prohibieron la música, y los estudios de las mujeres y administraron el comercio de opio que les genero millonarias ganancias.


Por lo pronto, decenas de miles de afganos han tenido que huir de sus hogares, y cientos de ellos han resultado muertos o heridos en las últimas semanas, cuanto soportara la región esta embestida y qué dirá occidente y también el Kremlin, este último, pues mira desde un palco muy cercano.


"Gastamos más de un billón de dólares en 20 años, entrenamos y equipamos a más de 300.000 fuerzas afganas. Necesitan unirse y defender su territorio. Tienen que luchar por sí mismos, por su nación", dijo Biden a periodistas en la Casa Blanca, cual poncio pilatos diría un analista con un sesgo de sarcasmo, las imágenes de personal estadounidense y europeos abandonando la capital y saturando su aeropuerto internacional por ahora contralado por el ejercito de Estados Unidos, recuerda las imagines de Saigón y la evacuación de la ciudad en el marco de la guerra de Vietnam.


Por su parte, el secretario general de Naciones Unidas insta a las partes afganas en conflicto a la “máxima moderación” y a “proteger” a los civiles, asunto poco viable de ocurrir, pues ya se reportan actos de venganza y acciones contra la población y militares afines al gobierno que salió al exilio.


Recordemos qué durante su último discurso público sobre Afganistán el pasado martes, el presidente Biden defendió una y otra vez su decisión de retirar a los últimos soldados estadounidenses a más tardar el 31 de agosto, dejando un vacío de poder y confiando el destino del país a un gobierno y a los soldados afganos ahora derrotados y ahora perseguidos, dando oportunidades ciertas a la reinstauración de un sistema radical islámico.


Fue en 1994 que estas milicias se organizaron tomando el control del país, los talibanes estaban formados por ex combatientes de la resistencia afgana, conocidos colectivamente como muyahidines, hombres que lucharon contra las fuerzas invasoras soviéticas en la década de 1980 y que en ese contexto bipolar contaron con el apoyo y capacitación de la CIA y el ejercito estadounidense. Asunto que les entregó una victoria territorial con el tiempo. Luego su nuevo objetivo paso a ser político y religioso, dirigidos por clericós conservadores llamaron a la adopción obligatoria de la ley islámica en todo el país y con ello eliminar cualquier influencia extranjera.


Posteriormente a la captura de Kabul en 1996, la organización islamista con acento sunita estableció duras reglas y estrictos comportamientos sociales. Las mujeres tenían que cubrirse de la cabeza a los pies, no se les permitía estudiar ni trabajar y se les prohibía viajar solas, conducir, caminar sin la escolta de un varón y situaciones de esa naturaleza. Luego prohibieron la televisión, cualquier conexión con el exterior, la música y las fiestas no islámicas. Ciertamente el colapso de Afganistán hoy por hoy es una historia ya repetida, la Casa Blanca tendrá que dar explicaciones y redefinir sus estrategias. Es claro que los talibanes de hoy son distintos a aquellos de los 90, pero la naturaleza ideológica es la misma, el mensaje de los talibanes sigue siendo intransigente y no muestra signos de reducir el nivel de violencia contra occidente.


Por Antonio Yelpi Aguilar


Consultor Internacional, Docente y Escritor

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